Conservatorio de Música Alejandro García Caturla
La escuela de música Alejandro García Caturla, a la memoria de este gran músico y profesional cubano se dedicó el Conservatorio donde se han formado muchas glorias de la música cubana. Construida en la década de los años sesenta, está ubicada en la Avenida 31, No. 7629, en Marianao fue proyectada por el arquitecto Alberto Robaina y es, sin dudas, un buen ejemplo de la arquitectura de los años sesenta.
Según Mario Coyula Cowley, la arquitectura del movimiento moderno en Cuba desarrollada durante la década del sesenta fue ,”…parte de un período muy fructífero pero no suficientemente destacado en la arquitectura cubana del siglo XX (…) donde “…continuó dominando la estética arquitectónica del Movimiento Moderno, que ya en la década anterior había dejado muchos buenos ejemplos, con una asimilación generalmente bien digerida de influencias internacionales y propias…” Y después agrega: Toda esa búsqueda coexistió con tecnologías convencionales como el hormigonado in situ; y el uso del hormigón y el ladrillo a vista.
Conjunto integrado por dos bloques independientes relacionados por jardines. El primero, directamente vinculado con la Avenida 31, contiene el acceso principal, las oficinas, el comedor, y las aulas especializadas, mientras que en el segundo, retirado hacia el interior del terreno, se ubicaron la biblioteca, el resto de las aulas, las cabinas musicales y un teatro para 284 espectadores.
Alejandro García Caturla es una de las escuelas donde se formaban y forman los estudiantes hasta nivel medio. Posteriormente se pasa a otras escuelas de música que en los años sesenta y setenta tenían niveles superiores como Amadeo Roldán y la Escuela Nacional de Arte (ENA). Pero no fue hasta que se fundó el ISA, en el año 1977, que realmente constituyeron o se consideraron los estudios de música con niveles universitarios.
Era una escuela compleja por sus características, más que por la cantidad de estudiantes. Cada grado tenía entre quince a veinte estudiantes, creo que en toda la escuela no pasaba la matrícula general de 150 estudiantes en aquella época entre 1968 y 1975. Todos estudiábamos los instrumentos que se podían en los jardines de la escuela o en cualquiera de sus amenos y funcionales espacios. Era un sitio tranquilo, con las dimensiones exactas para cada función, locales que tienen una solución de iluminación y ventilación naturales adecuadas. Para todos los estudiantes constituía un espacio adecuado por lo que se identificaban con él, un destino envidiable para cualquier arquitectura.
La Habana, junio 2006. Arquitectura y Urbanismo, Vol. XXVIII, No. 1/2007
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