Posteado por: mariana50 | enero 6, 2011

El Partido Independiente de Color

 

Cuba: El significado de un Centenario

El día 7 de agosto hará un siglo que un grupo de cubanos fundó una nueva organización política, el Partido Independiente de Color (PIC), en la calle Amargura 63, en La Habana.

Fernando Martínez Heredia de CubaArte

  

  

Miembro del Partido Independiente de Color. Su fundador, el mambí Evaristo Estenoz

Pedro Ivonet, uno de los líderes del Partido Independiente de Color

Eran activistas negros y mulatos opuestos al racismo que persistía en el país después del fin de la esclavitud (1886) y de la gran gesta nacional del 95 que dio origen a la nación y al Estado republicano. Los negros y mulatos seguían sufriendo la situación social muy desventajosa en que los dejaron la esclavitud y el colonialismo, más la dura marca del racismo. Los antiguos combatientes mambises y una población humilde que había ganado su ciudadanía no podían conformarse con esa situación.

El objetivo del PIC era organizar la lucha por sus derechos específicos, utilizando las vías legales de expresión, pública y electorales. Sus dirigentes principales fueron el veterano Evaristo Estenoz, el coronel Pedro Ivonet, un héroe mambí de la Invasión y de la campaña de Pinar del Río; Gregorio Surín, Eugenio Lacoste y otros. El PIC, que contó con miles de seguidores a lo largo del país, formuló demandas sociales favorables a toda la población humilde y trabajadora de Cuba y mantuvo ideas nacionalistas frente al imperialismo norteamericano.

El poder burgués neocolonial atacó sin tregua al PIC desde su nacimiento, porque lo amenazaba en el terreno de su hegemonía política bipartidista, liberal-conservadora. Acusados cínicamente de racistas, en 1910 se les declaró ilegales mediante la Enmienda Morúa a la Ley Electoral, y se mantuvo presos durante seis meses a dirigentes y activistas. Hostigados e impedidos de utilizar la vía electoral, optaron por lanzarse a una protesta armada el 20 de mayo de 1912, décimo aniversario de la instauración de la república. El gobierno de José Miguel Gómez movilizó miles de soldados contra ellos, mientras una sucia campaña de prensa los satanizaba. Durante junio y julio fueron asesinados Estenoz, Ivonet y por lo menos tres mil cubanos no blancos, la mayoría en la provincia de Oriente, principal teatro del alzamiento. Una ola de represiones, persecuciones y una intensificación del racismo se extendieron por todo el país. La república oficial celebró el gran crimen y lo sometió de inmediato a un olvido al que se fueron sumando —por la dura necesidad de sobrevivir y labrarse algún ascenso social— la mayoría de los discriminados y dominados en aquella sociedad.

En diciembre pasado el Partido Comunista de Cuba convocó a varias docenas de ciudadanos y constituyó la Comisión para Conmemorar el Centenario del Partido Independiente de Color en el país durante todo este año 2008. En poco más de siete meses se ha realizado una apreciable labor, debida al interés, la actividad y las iniciativas de un grupo de instituciones y numerosas personas, que no enumeraré por evitar el riesgo de los olvidos y porque no hemos terminado este esfuerzo: en realidad estamos ganando fuerzas para que continúe todo el tiempo que sea necesario. Las publicaciones y las filmaciones son productos que quedan al servicio de muchos que no conocemos, que multiplicarán su valor. Pero quiero destacar la gran importancia que tiene un hecho que se ha repetido en todos los eventos y reuniones que se han convocado en estos meses, y que tiene su raíz en las labores de los diez años precedentes. Un público muy numeroso —a veces un gentío— se ha reunido a escuchar, a pedir la palabra y participar, con verdadero fervor más que con atención. Esto es muy loable y alentador; pero también señala carencias, frustraciones y realidades negativas que persisten en nuestro país.

¿Cuál es el sentido último de estas labores de conmemoración? Ante todo, la recuperación de una memoria histórica de las luchas que ha emprendido y mantiene el pueblo cubano. En este caso, la reparación histórica de acabar con el olvido de aquellos hechos de 1908-1912 y la socialización de la comprensión de las realidades y los papeles que ha tenido el racismo en la historia de Cuba ya serán grandes ganancias, que se multiplicarían y harían permanentes si entre todos logramos que se incluyan esos temas en los contenidos de la historia nacional que se enseña en nuestro sistema educacional y en nuestros medios de divulgación, información y formación de opinión pública. Pero un segundo sentido de la conmemoración, ligado íntimamente al primero, es promover y darle aliento y armas a la lucha contra el racismo en la Cuba actual, elusivo pero pertinaz y que registra cierto crecimiento.

Como una modesta contribución al debate de ideas tan necesario para que avancemos frente a este problema de la sociedad cubana, cuya solución es factible y solo depende de nosotros, completo este texto con la intervención acerca del racismo que preparé para el magnífico 7º Congreso de la UNEAC del pasado abril, que no leí allí por el cúmulo de intervenciones valiosas que se suscitaron. Sirva también como homenaje a los que hace un siglo no consideraron que ya se había peleado y obtenido bastante, y siguieron peleando por toda la justicia.

En la lucha contra el racismo existen profundas diferencias entre la posición oficial de la Revolución y las ideas que manejamos nosotros, por una parte, y lo que sucede en la práctica social, por la otra. Tiene gran importancia la dimensión histórica del racismo, como uno de los elementos que participó en la construcción de Cuba como realidad específica, es decir, en el nacimiento y primeros desarrollos de la cultura nacional, y el proceso histórico de las transformaciones, las derrotas y las permanencias del racismo en la cultura cubana hasta hoy. En la actualidad es vital que no nos conformemos con formar parte de una elite consumidora de las mejores ideas, satisfecha con el nivel “superior” que posee, sino que actuemos como institución en la lucha contra el racismo, con la mayor energía y eficacia posibles.

¿Por qué los debates del VI Congreso de la UNEAC, y los innumerables eventos, divulgaciones y conocimientos adquiridos sobre este tema en los últimos años no se generalizan, y no llegan a convertirse en sentido común? ¿Por qué no resulta posible llevarlos a la escala de la sociedad? ¿Por qué no pueden llegar a ser la guía de las instituciones y de las prácticas de nuestro estado para escolarizar e instruir a la población, para divulgar, para entretener educando? Cansa repetir que nuestro inmenso sistema educacional no es un lugar de formación antirracista, y nuestro sistema de medios de comunicación, totalmente estatal, tampoco lo es.

En esta prolongada etapa de firmezas y transiciones al mismo tiempo, en el marco de la lucha por mantener la soberanía nacional y la transición socialista, la justicia social y la viabilidad económica, las diversidades sociales siguen ganando peso, mientras se mantiene la unidad política. ¿Cómo lograr que unas y otra no se contradigan, sino que se complementen y se refuercen? Si miramos la específica cuestión de las razas y el racismo desde esa perspectiva más general, pueden entenderse mejor sus problemas y los caminos de su superación. El racismo hoy, con todo y sus antiguas raíces, está ligado a los efectos que ha tenido la crisis reciente sobre los grupos menos favorecidos de nuestra sociedad; pero también a las necesidades ideológicas de los que aspiran a un regreso mediato al capitalismo, porque el racismo es una naturalización de la desigualdad entre las personas, algo que no se admitiría en Cuba actual si se plantea respecto al orden social. La lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser antirracista.

La Masacre de los Independientes de Color

Silvio Castro Fernández

El 7 de agosto de 1908, en la calle de Amargura 63, en La Habana, el veterano de la guerra de Independencia Evaristo Estenoz funda el Partido Independiente de Color (PIC), como respuesta a la preterición a que fueron sometidos los mambises negros y mestizos por parte de la república neocolonial y acentuada por la presencia intervencionista norteamericana.

El programa del Partido Independiente de Color era muy avanzado; sus demandas no aparecían en los programas de los partidos políticos de la época; aunque agrupaciones de tendencias socialistas y gremios se habían planteado algunas de ellas, como eran la jornada de 8 horas y la repartición de tierras estatales. Las demandas del PIC beneficiaban no solo a negros y mestizos, sino a todos los sectores desposeídos del país. Nunca estuvo en sus planteamientos crear una república dirigida solo por negros. En su acta constitutiva se decía: «La raza negra tiene derecho a intervenir en el gobierno del país, no con el fin de gobernar a nadie, sino con el propósito de que se nos gobierne bien, llevar a la práctica una era de paz moral para todos los cubanos».

Su programa demandaba: repatriación por cuenta del Estado de todos los cubanos que quisieran regresar al país y estuvieran carentes de recursos; nacionalización del trabajo, mediante ley que garantizara la admisión de cubanos con preferencia sobre los extranjeros; enseñanza gratuita y obligatoria, que incluyera la gratuidad de los estudios universitarios; revisión de los expedientes de propiedad hechos efectivos durante la primera intervención norteamericana; leyes para regular el trabajo infantil; seguros contra accidentes del trabajo; creación de las escuelas naval y militar; tribunales laborales para mediar en las disputas entre el capital y el trabajo; juicio por jurado, constituido por ciudadanos de ambas razas; nombramiento de personas de color en el cuerpo diplomático; inmigración no selectiva, motivada por los intentos de «blanquear» el país; distribución en colonias de las tierras del Estado o de las que se adquirieran al efecto, para los que carecieran de recursos; reforma penal para crear verdaderas instituciones correccionales, pues la mayoría de los que iban a prisión eran pobres y analfabetos, a los que se les deben enseñar oficios para su mejor reintegro a la sociedad.

El PIC denunció la expansión imperialista. El 30 de enero de 1910 su periódico Previsión señalaba: «El canal de Nicaragua ha sido otro de los sueños del insaciable yankee (¼ ) Así como hace sesenta años fomentó el yankee la rebelión texana que dio oportunidad para declarar la guerra más injustificada para echar garra sobre el territorio mexicano (¼ ).

Refiriéndose a la discriminación racial denunciaban: «¿Puede llamarse civilización la de un pueblo que mantiene odiosas recriminaciones, que tiene por deshonra conversar con un negro, que cree contaminado el vaso sobre el cual pose sus labios un negro? (¼ ) Debido a esos yankees precisamente, se han establecido diferencias que no existían a raíz de nuestra independencia; que sin ellos, sin su influencia nefasta no tomarían los caracteres alarmantes que revisten hoy».

Ante el auge del Partido Independiente de Color, el senador liberal Martín Morúa Delgado presentó el 11 de febrero de 1910 una enmienda al artículo 17 de la Ley electoral para eliminar de la vida política al PIC, basándose en que «considera contraria a la Constitución y a la práctica del régimen republicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de raza, riqueza, título profesional o nacimiento». En realidad, Morúa se oponía a los partidos clasistas; el 15 de junio de 1903, por ejemplo, escribió a un dirigente portuario: «(¼ ) los obreros de Cuba, no pueden como algunos pretenden, afiliarse a un solo partido político, tienen la necesidad suprema (de) buscar la resolución de los problemas en todos los programas».

Coincidentemente con la presentación de la enmienda, era detenido Evaristo Estenoz. El 24 de febrero de 1910, el Ejecutivo Permanente del PIC, remitió una carta al presidente José Miguel Gómez protestando por la aprobación de la enmienda en la Cámara de Representantes. En el Senado se opusieron algunos senadores encabezados por Salvador Cisneros Betancourt, pero finalmente fue aprobada. Por esta fecha Estenoz y más de 70 miembros del PIC estaban nuevamente en prisión.

Con la aprobación de la enmienda Morúa, los políticos liberales y conservadores eliminaban el factor disruptivo que representaba el PIC, al intentar llevar a la práctica los derechos y la igualdad para las masas negras plasmadas teóricamente en la Constitución.

No obstante la aprobación de la enmienda y la represión, el PIC continuó su lucha, concentrándose en la abolición de la misma. esta lucha alcanzó su nivel más alto en 1912. En abril de este año el ministro de Gobernación, Gerardo Machado y Morales, inició una persecución tenaz contra los Independientes.

Ante todos estos hechos, se consultaron las asambleas de base del partido y se optó por abrumadora mayoría iniciar una protesta armada. Este fue su error porque la lucha contra la discriminación racial y el mejoramiento social de todos los desposeídos no podía ser prerrogativa exclusiva de un grupo y esto permitió levantar el espantajo de «la guerra de razas».

EL LEVANTAMIENTO

Linchamiento de participantes en el Movimiento. Miembros de la Guardia rural ahorcando a un negro alzado. Se estima que fueron ahorcados unos 3 000 a consecuencia del levantamiento organizado por el Partido Independiente de Color al negársele participación en la lucha política legal.

  

El 20 de mayo de 1912 se produjo el levantamiento del PIC. En menos de dos meses fueron masacrados más de 3 000 negros y mestizos, fundamentalmente en la antigua provincia de Oriente. Las tropas del gobierno tuvieron 12 bajas. El jefe de la Guardia Rural, General José de Jesús Monteagudo en informe al presidente José Miguel Gómez expresaba: «Es imposible precisar el número de muertos, porque los combates han degenerado en una carnicería dentro del monte».

El levantamiento principal fue en Oriente, encabezado por sus principales dirigentes: el General Pedro Ivonet, quien había participado en la Invasión a Occidente con el grado de coronel, y Evaristo Estenoz, también oficial del ejército mambí.

En realidad, la mayoría de los alzados estaban desarmados y apenas contaban con viejas e ineficientes armas, los que las poseían. Los llamados combates fueron muy desiguales debido al moderno armamento de las tropas gubernamentales.

Hubo, además, levantamientos en Villa Clara y conatos en La Habana y Matanzas. En la capital, el 20 de mayo en Cuatro Caminos de Falcón, lugar situado entre Arroyo Arenas y Jaimanitas, fue sorprendida una partida cuyo jefe era Tomás Arcona, Comandante del Ejército Libertador. En los municipios habaneros la represión se hizo notable en Regla, Marianao, Güines, Nueva Paz, Caimito, Jaruco.

Juan Gualberto Gómez estuvo a punto de ser agredido físicamente. La policía habanera arrestaba a personalidades patrióticas y políticas, solo por el hecho de ser negros. Se detuvieron a altos oficiales mambises, entre ellos al general Juan Ducasse, los coroneles Isidro Acea, José Gálvez, Alfredo Rodríguez; al comandante Eligio Griñán, el hijo del general Guillermón Moncada, y estuvieron a punto de ser apresados también los mayores generales Agustín Cebreco y Jesús Rabí, a pesar de haber expresado su postura contraria al alzamiento en telegrama enviado al gobierno.

Los grupos alzados en armas no eran numerosos. Un hecho que frustró la magnitud del levantamiento fue la detención el 19 de mayo de numerosos Independientes de Color. La llamada «ley de fuga» sirvió para encubrir decenas de asesinatos.

El presidente norteamericano Taff inmediatamente amenazó con la intervención y envió buques de guerra a las bahía de Nipe, Guantánamo y La Habana; así desembarcaron tropas para «proteger» las propiedades norteamericanas en Oriente. Entre los elementos alegados por la prensa estadounidense para aplastar el levantamiento se argumentó que «era un mal ejemplo para la población negra del sur de Estados Unidos».

Asesinatos de Estenoz e Ivonet  

Después de haber sostenido encuentros con el ejército, Estenoz e Ivonet marcharon hacia los montes de Mícara y los Monitongos. Existen diferentes versiones sobre la muerte de Estenoz, pero todo parece indicar que fue asesinado el 27 de junio, pues el parte de Monteagudo dice: «Pareja que trae cadáver confirma que teniente Lutgardo de la Torre le dio muerte. Se cree que Ivonet corra igual suerte».

Existen distintas versiones sobre la muerte del general Ivonet. La más cercana a la realidad es la publicada en El Liberal de Santiago de Cuba: «(¼ ) capturé a Ivonet en ‘Simpatía’ y al día siguiente se lo entregué al capitán Aranda, este a su vez lo entregó al capitán Amiels. Cuando este se dirigía al Caney, fue interceptado por Arsenio Ortiz; quien alegando órdenes superiores le ordenó que le entregara los prisioneros (¼ )».

Arsenio Ortiz lo asesinó. Presumiblemente la orden la dio el general Monteagudo, pues envió un telegrama a Amiels ordenándole exhibir los cadáveres de los prisioneros y al no cumplir este la orden, se la asignó a Ortiz.

Sergio Aguirre, en un artículo publicado en 1962 bajo el título El cincuentenario de un gran crimen, escribió: «Asesinar tres mil hombres de color resultó ser suficiente para reforzar por casi medio siglo más, la inferioridad que siempre había tocado en esta isla a los hombres de piel oscura».

 

Fuente: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-significado-de-centenario


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