Posteado por: mariana50 | abril 16, 2010

Carta abierta a Montaner de un internacionalista cubano en Etiopia

He leído todo el intercambio entre Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner y como me siento aludido y calificado de asesino por el terrorista Montaner, me veo obligado a escribir mis opiniones.

Ante todo creo que nuestro excelso poeta Silvio le ha respondido como se debe y ya es hora de que no malgaste más su precioso tiempo con tan execrable personaje y que nos deleite con sus maravillosas composiciones.

Ahora bien Montaner, el terrorista confeso y condenado, ha acusado a un grupo de cubanos, entre los que me encuentro, de asesinos de miles de somalíes y, como es lógico en este tipo de personajes, acude a la mentira.

Recordemos algo de historia, mejor contada que lo que puedo hacer yo en muchos escritos anteriores.

En los finales de la década de los 70 Cuba le brindaba asesoría militar a Somalia y para esos fines se encontraban en ese país un grupo de asesores militares cubanos cuando decidieron invadir a Etiopía para satisfacer sus deseos geófagos de la Gran Somalia.

Cuba hizo muchas gestiones desde el punto de vista diplomático, político y militar para que los dirigentes de ese país comprendieran el error que estaban cometiendo y para que no emprendieran la aventura sin ningún resultado. Esa infausta decisión hizo que los asesores cubanos se retiraran de Somalia.

Con posterioridad Etiopía, invadido por Somalia, pidió la colaboración de Cuba en el área militar la que le fue ofrecida y llevó a un contingente, entre los cuales me encontraba yo, a participar en esa guerra que solo duró unos días hasta que se logró la retirada de los somalos hasta su país.

No se de donde saca Montaner la cifra de miles de somalos muertos por las tropas cubanas pero ya su decisión de ocultar los motivos de esta guerra demuestran su insidia contra Cuba ocultando la verdad.

Para mi es un insulto de su parte y puedo asegurarle que tanto yo como la gran mayoría de los que participamos en esa contienda, y que nos reunimos frecuentemente para recordar aquellos días, nos sentimos orgullosos de haber peleado junto al valeroso pueblo de Etiopía que nos mostró en todo momento su estirpe Abisinia y el por qué ese pueblo nunca pudo ser colonizado.

Para finalizar les voy a copiar unas historias que escribí para estos encuentros de compañeros que estuvimos en la misión “Protesta de Baragua” y que demuestran lo que sentimos los que participaron y el insulto que representa para nosotros lo dicho por el terrorista Montaner.

Misión Protesta de Baragua

A principios del año 1978 las tropas cubanas acudieron al llamado del pueblo Etiope para defender su soberanía ante las apetencias invasoras de Somalia. Yo tuve el honor de ser incluido en ese grupo.

Durante los 25 meses que permanecí en Etiopía, más los 39 días de preparación en Cuba, pude vivir momentos heroicos de dos pueblos hermanos que marcaron mi vida futura.

Muchas veces he pensado que las generaciones por venir no deberían perderse esas vivencias que tanto marcaron mi vida. Siempre me digo, tengo que escribir estas experiencias para que no se pierdan pero, ¿cómo voy a hacerlo si yo no soy escritor?

Hoy me decido a escribir algunos de estos testimonios y solo les pido que me perdonen mi desconocimiento como escritor, pueden estar seguros que lo que escriba lo haré con el corazón, seguro de la importancia que tendrán para las generaciones futuras estos testimonios.

En este escrito quisiera hacer unos pocos relatos de tres hechos que considero fundamentales. Estos relatos no contienen la historia completa de mis experiencias en esta gesta que aún quedaría por escribirse.

La Convicción Internacionalista del Pueblo Cubano

A mediados de la década de los 70 se crea en el Municipio Plaza de la Revolución el «Batallón de la Guardia Plaza de la Revolución» también conocido por el Batallón de los militantes.

Para crear este Batallón fuimos convocados los militantes del PCC y de la UJC en edad militar y residentes en el municipio Plaza, a la Escuela José Luis Arruñada. Al llegar al lugar nos preguntaban si estábamos dispuestos a cumplir misión Internacionalista y a los que respondían afirmativamente (no vi ninguno negarse aunque es probable que lo hubiera) los medían, ya que teníamos que tener una talla mínima, para poder aceptarnos. Si vi a muchos montar un tremendo berrinche porque no fueron aceptados por no tener la talla mínima. De ahí nos tomaban los datos y nos emplantillaban.

Este batallón realizó varias actividades como la participación en el apoyo de seguridad del Comandante en Jefe durante una visita que realizó a Jamaica y otras.

Por razones de mi trabajo cuando se realizaron estas actividades yo no pude participar en ellas ya que me encontraba en el extranjero. En enero de 1978 (unos dicen que fue el 5 otros que fue el 6 ya no lo recuerdo bien pero no creo que sea importante un día u otro) me citan al Comité Militar y me dicen que vaya preparado para salir en una misión. Al fin podría cumplir el sueño de muchos cubanos de pagar la deuda de internacionalismo que tenemos con la humanidad.

Esa noche la pasamos en el Husillo formando el batallón. Allí comenzó lo que pudiéramos llamar un Vía Crucis pero que en realidad fue la primera huella que me marcó en esta etapa de mi vida «La convicción internacionalista del pueblo cubano».

Debido a mi no participación en las actividades anteriores parecía que no cabía en ninguna de las estructuras ya creadas con anterioridad. De esa manera, junto con otro grupo de compañeros, lo mismo nos ponían en una compañía que cuando llegaban los titulares nos sacaban y quedábamos sin ubicación. En ese pon y quita estuvimos hasta el amanecer en que nos ubicaron en una compañía y partimos para Jejenes.

Ya en este lugar volvió a comenzar mi Vía Crucis y el de un grupo bastante grande de compañeros. Lo mismo nos incluían por la mañana en un pelotón que por la noche nos sacaban y pasábamos a estar de nuevo sin ubicación.

En esta preparación había dos batallones, uno de reservistas y otro de reclutas del servicio militar y lo mismo te ubicaban en uno que en otro.

De esa forma nos pasamos, un buen grupo de compañeros, los 39 días de preparación. En mi caso el mayor tiempo que estuve ubicado fue en el pelotón de zapadores del batallón de reclutas donde permanecí alrededor de una semana pero, en un momento se decidió que no irían zapadores y de nuevo pasé a ser desubicado. Solo dos días antes de terminar la preparación fue que fui ubicado como fusilero en el tercer pelotón de la tercera compañía y pude participar en la maniobra final y partir para Etiopía tres días después.

Nunca olvidaré aquel grupo de cubanos que tuvo momentos en que no se tenía sobre ellos ningún control disciplinario, o sea que el que quisiera se podía marchar sin ningún problema. También hubo momentos en que incluso la comida no alcanzaba para todos y a nosotros nos daban lo que sobraba, pero aquel grupo permaneció firme buscando tener un puesto en esta misión.

Nunca olvidaré a un muchacho de unos veintipico de años que siempre estuvo preocupado ya que en el ejercito el había tenido problemas disciplinarios por desobedecer ordenes que el consideraba injustas y que siempre pensó que por eso lo podrían excluir, lo cual sucedió ciertamente casi al final. La tristeza de la cara de ese joven cuando se marchaba por no tener la oportunidad de ocupar su puesto en la línea de combate nunca la olvidaré.

La valentía del pueblo etiope – Mi primer contacto con los etíopes a través de sus soldados.

A los pocos días de llegar a Etiopía y pasar por el punto de concentración de Arba partimos para el frente de batalla.

Ya en Arba habíamos oído historias del primer combate en Arabí donde se decía que Etíopes con solo cuchillos habían capturado tanques del enemigo. Esto realmente en esos momentos lo vimos como exageraciones aunque después pudimos comprobar que podía ser verdad aunque se exagerara un poco.

En Arba nos habían dicho también que los somalos usaban los uniformes del ejército soviético que nosotros conocíamos de Cuba. Por esa razón nos cambiaron la ropa por unos uniformes verde olivo que nos dijeron eran los que usaban los etíopes.

El primer combate de Arabí fue una derrota para nuestras tropas y por esa razón, a los dos días de este primer combate se incorporan a las tropas que ya estaban allí un batallón cubano de tanques y el nuestro de infantería, con vista a desarrollar otro ataque.

En medio del combate nos encontrábamos en una posición defensiva, aún dentro del BTR y vemos venir un soldado del lugar, primero que veíamos, y que venía paralelo a nosotros por el lado izquierdo a unos 10 metros del BTR. Tratamos de analizar si era somalo o etiope basándonos en las informaciones que habíamos recibido. ¿Qué estábamos viendo? un negro africano armado con un AK pero que por ropa traía un short todo raído lleno de parches de distintos colores y una camisa que no se podía determinar su color. O sea que podía ser cualquier cosa.

Todos los que estábamos en las cuatro aspilleras que tiene el BTR en su lado izquierdo rastrillamos nuestros AK y ese africano que oyó el ruido que esto ocasiona se agacho en cuclillas, nos miró con cierto desprecio o tranquilidad, se volvió a levantar y siguió caminando. A ninguno nos dio por disparar, todos dijimos debe ser etiope.

Por suerte después pudimos comprobar que los etíopes no tenían ningún uniforme y andaban en harapos, o sea que indiscutiblemente era etíope.

Después de bajar del BTR y ocupar una posición en la segunda línea de combate volvimos a tener nuestra segunda experiencia. En ese lugar estuvimos desde las 2 hasta las 6 de la tarde en que cayó la noche y terminó el combate. En ese tiempo el tiroteo que se sentía, y que llegaba a nosotros en ocasiones, era realmente intenso. En medio de ese tiroteo empiezan a venir del frente soldados etíopes. Que pensamos de inmediato, que la cosa estaba tan caliente que estaban huyendo y empezamos a azuzarlos para que volvieran al frente.

Sorpresa, al llegar hasta nosotros, nos enseñan por señas el único cargador que tenían vacío y nos piden que les demos balas. Cuando nos damos cuenta de lo que nos pedían les dimos algunas balas que cogían y volvían para el frente. Como lo que le dimos en esa primera vez fueron unas pocas balas al poco rato volvieron pidiendo mas balas. Ya en esa ocasión les dimos una mayor cantidad de balas e incluso tratamos de darles cargadores completos que no aceptaban. Hubo algunos de estos soldados que en su ir y venir cayeron heridos pero siguieron viniendo.

Ese día pudimos comprobar el heroísmo del pueblo etiope y ya nadie dudo de que pudieran haber capturado tanques solo con cuchillos

Después del combate de Arabí parte de las tropas cubanas que participaron en esta batalla y una división etiope avanzaron por la Meseta del Ogaden después de pasar por el famoso paso de Golocha y Legüenaje y avanzaron en 10 días alrededor de 700 kms. Esa división etiope solo uno de esos días pudo montar en camiones, el resto del tiempo fue a pie. Mientras tanto nosotros íbamos en nuestros BTR y los tanques.

En varias ocasiones nuestra columna paraba para esperar a los etíopes y cuando estos nos pasaban por el lado caminando y muchas veces casi corriendo, nos pedían agua que rápidamente tratábamos de darle a riesgo de quedarnos sin ella. ¿Sería posible para un cubano negarles el agua a esos soldados por no quedarse sin ella?

Agradecimiento de los etíopes hacia los cubanos

Durante los 25 meses que pasé en Etiopía, la mayoría después de la guerra, tuve la oportunidad de vivir muchas muestras de agradecimiento a los cubanos por parte del pueblo etiope, pero hubo dos que me marcaron y que son las que hoy voy a contarles.

En Etiopía todo el que estudia aprende el inglés por lo que una parte de la población domina este idioma. Por mi conocimiento del inglés, después de la guerra, el jefe de Retaguardia de mi batallón me pidió que lo ayudara como traductor para ir a los pueblos a comprar los suministros que necesitaba la tropa.

Encontrándome un día en una tienda de la ciudad de Dire Dawa, que visitábamos frecuentemente, y donde trabajaba un muchacho de menos de 20 años y que dominaba bien el inglés, se encontraba una señora mayor que no dominaba el inglés y que a través de este muchacho nos preguntó de donde éramos, donde estábamos y muchas cosas mas y nos mostró su agradecimiento por todo lo que estábamos haciendo.

El jefe de Retaguardia me pidió que le dijera al muchacho que lo íbamos a llevar para Jijiga, que era donde nosotros estábamos en la frontera con Somalia y la respuesta de este muchacho fue contundente. «Si Uds. están allá defendiendo mi país, por qué no voy a ir yo, con el mayor gusto iría». Que lección.

Durante los meses de septiembre a diciembre del 78 estuve trabajando en una casa de visita en Amaresa y al regreso a Jijiga pasé a trabajar como comprador en la Brigada. Este trabajo me dio la oportunidad de relacionarme con el pueblo y aquí tuve la segunda experiencia.

En mis viajes de compra yo visitaba una o dos veces a la semana la fábrica de refrescos Coca Cola de Dire Dawa. Aquí conocí e hice una buena amistad con el sanitario de la fábrica que hablaba muy buen inglés. En este intercambio yo fui dominando poco a poco el amareña que era el idioma principal del país.

En febrero del 79 durante una visita a la fábrica de Coca Cola iba con un catarro muy fuerte y mi amigo sanitario me llevó a su enfermería y me dio un pomo de jarabe y me pidió que lo escondiera ya que el no podía darme ningún medicamento de la fábrica.

Saliendo de allí le di las gracias y este amigo se agachó cogió un poco de tierra en sus manos y me dijo algo en amareña. Yo no lo entendí y le pedí que me lo repitiera en inglés y me dijo. Mira, hace un año por estos días los somalos tenían rodeada Dire Dawa y amenazaban con tomarla. Muchos de los que vivían aquí decidieron abandonar la ciudad y solo unos pocos, entre ellos yo, decidimos quedarnos aquí y morir si era necesario en nuestra tierra. En ese momento llegaron Uds. los cubanos y detuvieron a los somalos y los llevaron hasta sus fronteras. Hoy Uds. están aquí y cuando se vayan no se van a llevar ni este poco de tierra que tengo aquí en mi mano. Eso no lo olvidarán ni mis hijos ni mis nietos. Por tanto que gracias tú me das.

Cada vez que cuento este hecho me erizo completo. Como este sencillo hombre de ese pueblo podía en ese momento predecir lo que iba a suceder.

Hechos como estos y muchos más que podría contarles cualquier día, pagan con creces cualquier sufrimiento, hambre, sed, falta de baño y muchas dificultades más que podíamos haber pasado.

Cada día crecerá mas en nuestro pueblo y en todo el mundo los sentimientos internacionalistas y de solidaridad que ayudarán a lograr un mundo mejor que es posible.

Julián Gutiérrez Alonso
Red de Universidades en Solidaridad con los CINCO «La Casa de los CINCO»

http://5heroes.cujae.edu.cu/


Respuestas

  1. Hola amigo Julián:
    Parece ser que fuímos parte del mismo Batallón y aunque no coincido contigo en algunos detalles de los hechos, creo que lo fundamental es lo que hacemos y es seguir fieles a nuestro juramento por el que primero cumplímos la Misión Especial Octubre «60» en septiembre/octubre del 1977 y después la Protesta de Baragúa de enero/78 a febrero/80 en mi caso.
    Lo cierto es que el archiconocido Agente CIA Montaner habla por hablar y así se gana sus premios de literatura. Tu, yo y todos los que allí estuvímos, sabemos de sobra con la gallardía con que combatímos. En Goloche los somalos se inmolaron en una ofensiva sin sentido contra nuestra 3ra Brigada de Tanques y nuestros BMP, la que hubo que rechazar y contratacar en dirección a Jijiga, tomarla y crear un corredor de bombardeo artillero y aereo de nuestras fuerzas de manera tal de ahuyentar por ese corredor a las tropas somalíes y que de manera desorganizada huyeran y salvaran sus vidas. Otra cosa bien distinta hubiera sido si hubieramos masacrado a aquella soldadesca ya vencida, pero que de manera valiente supieron batirse en retirada y a la que en ningún momento pretendímos exterminar. Gracias por tu relato y respuesta al bandido de Montaner y hacerme recordar aquellos momentos. Hasta la Victoria Siempre

    • Estimado Lázaro gracias por tu participación en mi blog. Me gustaría que escribiera más sobre su misión internacionalista, sus puntos de vistas, bien vale la pena para un Post.
      Saludos,
      Mariana

      • Gracias Mariana por tu invitación. Aprovecho tu espacio ante todo, para rendir homenaje a mis compañeros caídos y en segundo lugar a precisar algunos elementos que andan por Internet totalmente falsos.
        Para situarnos en tiempo y espacio, estamos hablando de una Guerra en que la participación cubana la podemos medir desde diciembre de 1977 a marzo de ese mismo año, enmarcada fundamentalmente en el desierto del Ogadén en dirección a Dire Dawa, Harar, Arabí, Lewinaje, Goloche, Jijiga, Daga Habur. Por ahí se dice que en ese tiempo habíamos unos 18mil cubanos, no es cierto. A lo sumo, al final, en el mes de marzo, no rebasaba los 10mil hombres y en mi criterio es sobredimensionado la cifra. Por otra parte nunca escuchamos hablar de tropas soviéticas ni nada parecido, si habían asesores, como el General Petrov que con tablilla en mano a pecho descubierto, tarjaba los obuses que caían y los descontaba de los que sabía tenían los somalos.
        Te puedo decir que a finales de marzo o principios de abril asistí a las honras fúnebre de un compañero en el cementerio de Harar, el fué el número 33.
        Es decir en solo 4 meses 33 muertos, de veras que fue un guerra relámpago.
        Te puedo comentar de la valentía de los etíopes. La infantería etíope se montaban encima de los tanques cubanos. Los Jefes de los tanques no alcanzaban a establecer amistad con ellos, pués los proyectiles de alto explosivos aniquiliban a toda la infantería etiope y esa fue la causa de que fueramos nosotros a proteger a nuestros tanquistas. La infantería etíope no hacían pozos de titradores y mucho menos trincheras, tan solo unas pequeñas hendiduras en la tierra las que para dormir le echaban un poco de paja, mas bien parecían nidos de gallina, por lo que no se protegían.
        Por su parte el soldado somalo también fue muy valiente, recuerdo que en una ofensiva se encimaron hasta muy cerca de nosotros, caían y caían y los demás seguían avanzando, era increíble. Una de sus rastras de municiones fue impactada por nuestros artilleros, se incendió. El conductor y su ayudante se tiraron al suelo y en lugar de salir corriendo hacia la retaguardia, sacaron no sé de donde, una ametralladora calibre 50 de ruedas y arremetieron contra nosotros desde detrás de un arbol de marabú, bueno el final te lo imaginarás. Esa fue una ofensiva suicida que ordenó el mando somalo a sabienda que no tenia posibilidad alguna de victoria, pues estaban informados por su aviación de la fortaleza de nuestras posiciones. En una oportunidad, tres mig 17 camuflados, nos entraron por el frente hacia la profundidad y después recorrieron toda nuestro primer escalón, al final escuchamos que alguien gritaba…son somalos!!! son somalos!!! y se abrió fuego contra ellos. Se cuenta que los pilotos se entregaron junto a sus aviones en la Base de Dire Dawa, nunca supe si era verdad, decían que lo no combatían contra los cubanos pues habáin estudiado en Cuba.
        Después de tomar Jijiga se le facilitó la retirada a los soldados somalos, se hizo un corredor de salida por el que se les obligó a replegarse a su frontera; podían haber sido masacrados por nuestra aviación y artillería, pero eso no ocurrió, no había necesidad de ello.
        Si de anécdotas se trata te diré que pasamos mucha hambre y mucha sed. Desde que salímos de Arba donde estaba el Centro de Recepción y Preparación en dirección al frente, los niños a lo largo de toda la trayectoria nos gritaban «guardiña manllare» fonéticamente sonaba así; lo cierto es que comezaron las acciones combativas y los combates y los carros de retaguardia no podían llegar hasta nosotros pues eran blanco de la artillería enemiga, habíamos regalado todas nuestras raciones de comida fría, solo en la torreta de nuestro BMP había un saco grande de nylon de pan duro y negro ruso, que ni con la culata del fusil se partía, aprendimos a comerlo de todas maneras; fueron días y días de mucha hambre y mucha sed, sin comida y sin agua, debajo de una fuerte lluvia que no cesaba, un calor intenso de día y un frío que calaba los huesos de madrugada, eso es angustioso, miéntras tanto el fuego artillero somalo no paraba y una BM13 nos tenía creo que su mira, pues todo nos caían encima. Al cuarto día logró llegar el camión de retaguardia que fue caminando a lo largo de la línea del frente, con una cazuela de leche y una de carne cocinada desde hacía varios días. El médico prohibió dar la leche, yo logré servirme por mi cuenta la leche y coger mi ración de carne, creo que eso me salvó, parece que la leche cortó la reacción de la carne, mis compañeros no tuvieron esa suerte.
        Ya estando en Daga Habur, en la frontera donde nos habíamos concentrado, llegó un carro cisterna con agua, para podernos bañar, ya tenía 32 días en mi haber, olía a cualquier cosa. Ahí fue donde matamos a un dromedario y nos lo comimos. En lo adelante todo lo que narraría sería a lo que se conoce como paz, que a mi me duró hasta el 22 de marzo de 1980 en que después de una travesía de 22 días en el buque Fiodor Shaliapin llegué a Cuba nuevamente.

  2. […] Leer: https://cubalagrannacion.wordpress.com/2010/04/16/carta-abierta-a-montaner-de-un-internacionalista-cu… […]

  3. En mi anterior comentario del 6 de mayo cometí un error que debo rectificar, cuando digo «Para situarnos en tiempo y espacio, estamos hablando de una Guerra en que la participación cubana la podemos medir desde diciembre de 1977 a marzo de ese mismo año……. «Debí haber escrito hasta marzo de 1978.

  4. Lazaro,me gustaria saber en que combates participaron las tropas cubanas en el Ogaden y si su rol fue importante para derrotar a Somalia


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